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León del Malecón
- Autor: Anónimo
- Medidas: 110 x 182 x 80 cm
- Época: Siglo XVIII
- Técnica: Piedra arenisca tallada
- Propiedad: Ayuntamiento de Murcia
Estudio histórico artístico
Se trata de una escultura monumental de piedra arenisca que presidía sobre un gran pedestal o basamento el acceso al Malecón del Segura. Una lápida en mármol negro en esta plataforma reseña el siguiente texto:
“Se reedificó esta pared y entrada y el león del Malecón siendo corregidor y capitán de guerra, de esta ciudad, el Señor Joachin de Pareja y Obregón.Año de 1776”
Toda la estructura fue desmantelada en torno a los años 1995-1997 cuando se rediseñó el espacio urbanístico de la ciudad insertado en torno al Plano de San Francisco, el Malecón y los Molinos del cauce del río Segura y se instaló el Puente de Manterola.
Así pues, el león del Malecón es uno de los escasos elementos de la plástica monumental vinculada al despegue del urbanismo en Murcia durante el siglo XVIII; en definitiva, un hito de carácter histórico de enorme popularidad que ha pergeñado como divisa uno de los rincones más notorios de la ciudad, el Malecón; allí, en ese tránsito que funde la ciudad y la huerta se irguió durante años custodiando su entrada como símbolo eterno (J. Guillén Selfa, p. 22).
Tal y como reseñaron en su día Ismael Galiana y Adolfo Fernández en su “Guía secreta de Murcia”:
“Tuvo un pasado glorioso de fiero guardián de la ciudad frente a la Corona de Aragón. De la Puerta del León, más tarde Puerta de Orihuela, fue trasladado al paseo del Malecón, cabe los viejos molinos de pimentón…” (p. 79); este emblema heráldico y alegoría de áulico significado fue integrándose paulatinamente en todas las vicisitudes y remodelaciones urbanas que incumbieron a la ciudad de Murcia a lo largo de los siglos XIX y XX, desde los proyectos de reestructuración urbana que al Malecón y a su elementos artísticos y paisajísticos afectaba, de los ingenieros García y Gaztelu hasta los importantes planes urbanísticos de César Cort y Gaspar Blein (J. Guillén Selfa, 26).
Por lo demás, habría que destacar la iniciativa llevada a cabo desde el consistorio murciano en aras de la recuperación e integración en la epidermis urbana de diversas obras que tras numerosas vicisitudes fueron en su día objeto de abandono y olvido, y que han vuelto a ser recobradas para la sociedad, tal es el caso de esta escultura. Así, bajo el epígrafe de “la Murcia que se fue…” (que parafrasea el título del libro de J. Fuentes y Ponte), el Ayuntamiento de Murcia inició esta campaña para la rehabilitación y puesta a punto del antiguo patrimonio plástico y monumental de la ciudad, sin perder un ápice el concepto y uso de contemporaneidad enraizado en una renovada noción de historicismo.
“Se reedificó esta pared y entrada y el león del Malecón siendo corregidor y capitán de guerra, de esta ciudad, el Señor Joachin de Pareja y Obregón.Año de 1776”
Toda la estructura fue desmantelada en torno a los años 1995-1997 cuando se rediseñó el espacio urbanístico de la ciudad insertado en torno al Plano de San Francisco, el Malecón y los Molinos del cauce del río Segura y se instaló el Puente de Manterola.
Así pues, el león del Malecón es uno de los escasos elementos de la plástica monumental vinculada al despegue del urbanismo en Murcia durante el siglo XVIII; en definitiva, un hito de carácter histórico de enorme popularidad que ha pergeñado como divisa uno de los rincones más notorios de la ciudad, el Malecón; allí, en ese tránsito que funde la ciudad y la huerta se irguió durante años custodiando su entrada como símbolo eterno (J. Guillén Selfa, p. 22).
Tal y como reseñaron en su día Ismael Galiana y Adolfo Fernández en su “Guía secreta de Murcia”:
“Tuvo un pasado glorioso de fiero guardián de la ciudad frente a la Corona de Aragón. De la Puerta del León, más tarde Puerta de Orihuela, fue trasladado al paseo del Malecón, cabe los viejos molinos de pimentón…” (p. 79); este emblema heráldico y alegoría de áulico significado fue integrándose paulatinamente en todas las vicisitudes y remodelaciones urbanas que incumbieron a la ciudad de Murcia a lo largo de los siglos XIX y XX, desde los proyectos de reestructuración urbana que al Malecón y a su elementos artísticos y paisajísticos afectaba, de los ingenieros García y Gaztelu hasta los importantes planes urbanísticos de César Cort y Gaspar Blein (J. Guillén Selfa, 26).
Por lo demás, habría que destacar la iniciativa llevada a cabo desde el consistorio murciano en aras de la recuperación e integración en la epidermis urbana de diversas obras que tras numerosas vicisitudes fueron en su día objeto de abandono y olvido, y que han vuelto a ser recobradas para la sociedad, tal es el caso de esta escultura. Así, bajo el epígrafe de “la Murcia que se fue…” (que parafrasea el título del libro de J. Fuentes y Ponte), el Ayuntamiento de Murcia inició esta campaña para la rehabilitación y puesta a punto del antiguo patrimonio plástico y monumental de la ciudad, sin perder un ápice el concepto y uso de contemporaneidad enraizado en una renovada noción de historicismo.
Estado de conservación
La obra León del Malecón del siglo XVIII, pertenece al Ayuntamiento de Murcia y está realizada en piedra arenisca tallada, sus medidas son 110x182x80 cm.
El estado de conservación en que llega la obra al CRRM es muy deficiente, tras un examen visual se determinan importantes alteraciones que en algunos casos son irreversibles, debido principalmente a permanecer durante siglos expuesta a la agresión de agentes atmosféricos y al material en que se realizó la talla, siendo esta una piedra arenisca muy porosa y blanda de color amarillento. Las alteraciones por causas naturales más importantes que presenta la obra son, pérdidas causadas por la erosión que afectan a gran parte de la talla, por lo que muestra pérdidas irreparables, además de los procesos de cristalización de sales presentes en el agua, y por filtraciones, ya que el agua circula entre los poros solubilizando los minerales provocando el debilitamiento del material y por ello facilita la aparición de fracturas y pérdidas volumétricas, además hace posible el crecimiento biológico que aun estando inactivo ha provocado manchas en su superficie.
Por otra parte, también presenta alteraciones motivadas por agentes antrópicos como la formación de costras negras de gran grosor que se han depositado en diferentes partes de la piedra debido a la polución y la contaminación atmosférica; y son también muy importantes los daños ocasionados por un despiece poco ortodoxo y un montaje erróneo en el que se detecta el desplazamiento de aquellos bloques que conforman el cuerpo del león y que se evidencia en las líneas de unión entre las piezas que no encajan entre sí; por otro lado, encontrábamos un mortero muy deleznable con una aplicación muy tosca y sin entonar.
La intervención realizada se ha guiado por principios generales de restauración, tales como el máximo respeto al original para no falsearlo evitando cualquier añadido que pueda desvirtuarlo, y la reversibilidad de los materiales que se han utilizado.
El estado de conservación en que llega la obra al CRRM es muy deficiente, tras un examen visual se determinan importantes alteraciones que en algunos casos son irreversibles, debido principalmente a permanecer durante siglos expuesta a la agresión de agentes atmosféricos y al material en que se realizó la talla, siendo esta una piedra arenisca muy porosa y blanda de color amarillento. Las alteraciones por causas naturales más importantes que presenta la obra son, pérdidas causadas por la erosión que afectan a gran parte de la talla, por lo que muestra pérdidas irreparables, además de los procesos de cristalización de sales presentes en el agua, y por filtraciones, ya que el agua circula entre los poros solubilizando los minerales provocando el debilitamiento del material y por ello facilita la aparición de fracturas y pérdidas volumétricas, además hace posible el crecimiento biológico que aun estando inactivo ha provocado manchas en su superficie.
Por otra parte, también presenta alteraciones motivadas por agentes antrópicos como la formación de costras negras de gran grosor que se han depositado en diferentes partes de la piedra debido a la polución y la contaminación atmosférica; y son también muy importantes los daños ocasionados por un despiece poco ortodoxo y un montaje erróneo en el que se detecta el desplazamiento de aquellos bloques que conforman el cuerpo del león y que se evidencia en las líneas de unión entre las piezas que no encajan entre sí; por otro lado, encontrábamos un mortero muy deleznable con una aplicación muy tosca y sin entonar.
La intervención realizada se ha guiado por principios generales de restauración, tales como el máximo respeto al original para no falsearlo evitando cualquier añadido que pueda desvirtuarlo, y la reversibilidad de los materiales que se han utilizado.
Proceso de intervención
El tratamiento de restauración ha consistido en primer lugar en una limpieza con medios mecánicos para la eliminación de los morteros con ayuda de cepillado y aspirado, y una limpieza más profunda con el método que se considera idóneo, consistente en el uso de vapor saturado de agua con la utilización muy controlada. Para no empapar la piedra y así no activar procesos de disolución. Puntualmente se han combinado los medios químicos con microtornos para poder rebajar y eliminar la costra negra de considerable grosor que presentaba en toda la superficie.
Se ha consolidado la pieza aplicando silicato de etilo que aumenta la fuerza y resistencia de la piedra dejándola transpirar y manteniendo sus características. El relleno de zonas debilitadas y con serio riesgo de desprendimiento se ha llevado a cabo con resina epoxídica, y en cuanto al de las grietas, se ha realizado con mortero sintético de menor dureza que el original, coloreando con pigmentos para integrarlo con el color de la piedra, aunque variando ligeramente el tono con el fin de que sea perfectamente discernible.
Se ha consolidado la pieza aplicando silicato de etilo que aumenta la fuerza y resistencia de la piedra dejándola transpirar y manteniendo sus características. El relleno de zonas debilitadas y con serio riesgo de desprendimiento se ha llevado a cabo con resina epoxídica, y en cuanto al de las grietas, se ha realizado con mortero sintético de menor dureza que el original, coloreando con pigmentos para integrarlo con el color de la piedra, aunque variando ligeramente el tono con el fin de que sea perfectamente discernible.