Procedente de la Iglesia de San Juan Bautista, este lienzo que responde a la iconografía popular de la Virgen de la Leche, guarda similitudes compositivas y estéticas con el homónimo que guarda la Catedral de Murcia derivados de la pintura de Correggio y dentro de la misma temática, como no podría ser de otro modo, con el espectacular medallón de Francisco Salzillo. Javier Fuentes y Ponte la ubica en su día en la Sacristía del templo, describiéndola de la siguiente manera:

“..el del centro es de 0m.82  de altura por 0m.64 de ancho, cuyo asunto esla Santísima Virgen, está sentada teniendo sobre sus rodillas también sentado al Niño Jesús en muy movida actitud hacia el lado derecho del observador en que se ve al Niño San Juan; la Virgen sujeta a su divino Hijo por la cintura con la mano izquierda , y con la derecha se descubre el pecho para amamantarle, su vista es humilde, tiene túnica roja y manto azul y no ostenta atributos de divinidad ninguna de las figuras de dicho cuadro” (J. Fuentes y Ponte, p.138).

Es una obra anónima cuya denominación alude a una populosa advocación mariana en Murcia, una de cuyas relevantes representaciones se configura en el retablo de Bernabé de Módena (S. XIII), así como en otras representaciones, acaso espurias, como el procedente de la Cueva de la Cómica, citado por José Mª Ibáñez.

La obra que nos ocupa es un óleo sobre lienzo que representa, sobre un frondoso paisaje apenas perceptible, a la Virgen con el Niño y San Juanito que ofrece al Niño unos frutos. El argumento compositivo no se ha resuelto correctamente y así se detectan maneras estereotipadas en rostros y actitudes, sin resolver determinados recursos técnicos, tales como escorzos o movimientos, demasiado forzados y torpes.

El estado del óleo era muy defectuoso. De las anteriores intervenciones destacaba el reentelado existente y limpiezas muy fuertes que habían desgastados zonas de la obra.

La película pictórica presentaba un barniz coloreado muy grueso, que se encontraba muy oxidado. Se observaban también pérdidas de color en pequeñas zonas, destacando en los bordes de la obra.

1.- Eliminación del marco.
Con ayuda de destornillador y  tenazas  se fueron eliminando las numerosas púas, clavadas, de forma inclinada,  que sujetaban el bastidor al marco. 

2.- Eliminación del bastidor.
La obra se encontraba sujeta al bastidor con chinchetas que se fueron eliminando con ayuda de un destornillador.

3.-Empapelado.
Se empapelo todo el lienzo con cola de conejo al uso, sobre los rectángulos de papel japonés.

4.- Planchado y Consolidación.
Se le aplicó calor con infrarrojos para permitir un  planchado inmediato, que permitiera un asentamiento más eficaz en las zonas de desprendimientos y en los craquelados profundos.

5.- Limpieza del reverso.
Se eliminó la suciedad de la  tela rascando mecánicamente. 

6.- Realización de injertos.
Se realizaron ocho injertos, empleando lino viejo de otra obra, este se preparó y limpió para la ocasión. Los injertos se sujetaron con acetato polivinilo y beva film.
 
7.- Reentelado.
Se realiza con beva en mesa caliente.

8.-Tensado del cuadro en su nuevo bastidor.

9.-Limpieza.
Después de realizar las catas oportunas se elimina el grueso barniz oxidado.

10.-Barnizado intermedio. 
Se realizo un barnizado muy suave con barniz retoque 

11.-Estucado.
Cola de conejo y sulfato cálcico aplicado en caliente con paletina.

12.-Reintegración cromática.
Se empleo pigmentos al barniz. 

13.- Barnizado final.
Dos manos de barniz retoque aplicado con pistola.