El edificio
LA IGLESIA DE SAN JUAN DE DIOS
La iglesia de San Juan de Dios de Murcia se halla vinculada a la historia de la ciudad desde el siglo XIII. Ya entonces, por voluntad del Rey Sabio se creó, en el mismo emplazamiento que ocupara el alcázar musulmán, el primer santuario de la ciudad dedicado a la Virgen.
El tiempo y la historia confirmarían un edificio bien diferente del primitivo, regentado desde el primer tercio del Seiscientos por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y con unas características que desde el siglo XVIII se han mantenido intactas.
Las trazas del edificio conservado se deben al Maestro Alarife de la Catedral, Martín Solera que, hacia 1742 diseña un espacio arquitectónico de planta oval, más afín a la impronta berninesca que a las construcciones religiosas realizadas en Murcia en aquellos momentos.
Su interior responde fielmente a la fusión de todas las artes visuales y plásticas donde la pintura, la escultura, las artes suntuarias y los elementos decorativos configuran un exquisito conjunto narrativo y alusivo a la Eucaristía y su devoción.
Se trata de uno de los espacios religiosos más interesantes de la Región de Murcia. Su planta centrada, una concepción original en la integración de sus elementos espaciales, arquitectónicos y decorativos, así como un programa iconográfico definido, la hacen merecedora de ser una de los paradigmas en Murcia de la integración de las distintas manifestaciones plásticas.
LA ARQUITECTURA
Tras la demolición de la antigua iglesia erigida bajo la advocación de Nuestra Señora de Gracia y Buen Suceso, de profundas raíces medievales y vinculada a la Iglesia Catedral, se erige San Juan de Dios, bajo el patronazgo de D. José Marín y Lamas, Racionero Mayor de la Catedral de Murcia, y siguiendo las trazas de Martín Solera, sin menoscabo de otras intervenciones tardías, como las de Baltasar Canestro o José López.
Un espacio sagrado concebido a modo de gran sagrario respondería a unas necesidades prácticas y litúrgicas, planteadas en su concepción oval, entroncando con unos registros compositivos de escasísima raigambre en Murcia.
Su planta centrada, cuyos antecedentes clásicos y medievales, continuarían en aquellos espléndidos ejemplares desde Miguel Ángel a Vignola, en la arquitectura manierista centroeuropea o en las grandes creaciones del Barroco italiano, supuso una acentuada novedad estética, formal y técnica; concebida como el sagrado continente de la custodia legada por el Racionero Marín y Lamas, mentor y artífice de este proyecto sacro. Su valoración simbólica, sus características técnicas, así como su entronque con determinadas tipologías arquitectónicas fueron estudiadas en su día como manifestación singularísima del arte murciano del Setecientos.
El edificio ocupa un espacio ovalado de 16*11 metros circundado por seis capillas intercomunicadas de planta trapezoidal; la correspondiente al altar mayor es semicircular y se halla enfrentada con el vano de acceso, marcando el eje transversal de la planta.
Interiormente el sistema decorativo cuenta con un repertorio extenso de motivos en yeso y estuco, rocalla, molduras y cornisas siguiendo un determinado sistema espacial marcado por contrafuertes y pilastras que cierra en una gran cúpula sobre tambor.
Los programas iconográficos estrechamente vinculados con la propia arquitectura, se centrarían en la serie de esculturas en estuco que representan a los Cuatro Santos de Cartagena, San José y San Bernardo, respectivamente, obra del academicista José Martínez Reina y las pinturas alusivas a la vida de San Juan de Dios, de Agustín Navarro. La arquitectura fingida de Pablo Sístori, el retablo mayor, así como la escultura de bulto redondo, los ajuares litúrgicos y las artes suntuarias conforman y definen este recinto.